El proyecto surge de una idea que flota en el pensamiento de todos los habitantes de Vitoria cuando se conversa con ellos, CALIDAD DE VIDA.
Es por eso que cuando nos enfrentamos al proyecto de implantar unas viviendas, tal idea lo impregna todo, unas viviendas que sean capaces de albergar y satisfacer las necesidades del cuerpo y las del espíritu.
Con esta dualidad se plantea un proyecto que alberga dentro de si mismo espacios para el alma. Grandes espacios abiertos dentro de cada unidad habitacional, donde el individuo respira.
De la misma manera que respira la piel a través de los poros, las viviendas se protegen mediante una piel fuertemente aislante que garantiza el confort interior, mientras que respira a través de numerosos huecos que se distribuyen aleatoriamente por toda su superficie, generando imágenes y perspectivas increíbles y únicas dentro de cada vivienda. Dicha piel conforma de este modo una suerte de epidermis a gran escala, respondiendo la edificación propuesta a un esquema de capas protectoras que cobijan los espacios vivideros entre ellas, capas interrelacionadas y esponjadas por una malla de “poros”, función llevada a cabo por las terrazas.